En la tranquila barriada de Son Rapinya, un hombre se convirtió en el héroe inesperado de la mañana. Patricio Hebrero, un vecino del barrio, vivió una experiencia que difícilmente olvidará. Todo comenzó cuando estaba en su salón, disfrutando de la calma del día. De repente, un destello naranja iluminó su casa y lo sacó de su ensueño. Al asomarse por el balcón, se dio cuenta de que no era una ambulancia lo que había llamado su atención, sino un incendio.
La valentía de actuar
Con rapidez y determinación, este valiente no dudó en marcar el 112 y agarrar un extintor. Y así fue como bajó a la calle vestido con pijama y bata, listo para enfrentarse al fuego con su extintor de seis kilos en mano. «Conseguí sofocar gran parte de las llamas», recuerda Patricio mientras relata cómo las llamas habían comenzado a devorar no solo el contenedor de papel, sino que también se extendieron a otros recipientes y hasta a un árbol cercano.
Como profesor especializado en prevención de incendios, Patricio sabe muy bien la importancia de tener siempre un extintor a mano. Sin embargo, los diez minutos que tardaron los equipos de emergencia le parecieron eternos. La angustia crecía mientras luchaba contra el fuego con todas sus fuerzas.
No bastando con un solo extintor, tuvo que regresar a casa por otro más potente. Pero al volver ya había llegado la ayuda profesional; los bomberos terminaron lo que él había empezado y refrescaron la zona afectada, dejando todo bajo control con cinta plástica de Emaya como recordatorio del incidente.