En una sala de lo Penal de Vía Alemania, se vivió un momento tenso que bien podría ser el guion de una película. El protagonista: un entrenador de baloncesto de Palma, quien se vio atrapado en sus propias trampas tras tratar de lucrarse con un torneo ficticio durante la Semana Santa de 2024. Este lunes, decidió aceptar su destino y se conformó con un año de prisión, además de devolver los 7.590 euros que había malversado.
Antes del juicio, este hombre español, de 44 años, hizo un gesto que le permitió suavizar su situación: ingresó 6.000 euros en la cuenta del juzgado. Esto le valió como atenuante por reparación del daño, aunque la Fiscalía inicialmente pedía tres años tras las rejas. Su abogado, Daniel García, no perdió tiempo y solicitó la suspensión de la pena; tanto el ministerio fiscal como la acusación particular no se opusieron a ello.
Una oferta tentadora que salió mal
El acusado confesó ante la jueza que había trabajado durante años en el club, uno con historia en Ciutat. Sabía que estaban interesados en organizar un torneo aprovechando las festividades y se ofreció a llevarlo a cabo. Pero todo era una trampa; su verdadero objetivo era llenar sus propios bolsillos.
A pesar de las advertencias y oportunidades para remediar su error —como cuando representantes del club le dieron la opción de devolver el dinero— él eligió ignorarlas. Y eso no terminó bien; después del silencio total a un burofax enviado el 9 de mayo, llegó lo inevitable: fue denunciado por el club donde trabajaba y poco después imputado por estafa.
Finalmente, este lunes y tras llegar a un acuerdo con la justicia, se dictó sentencia al instante. Ahora tiene dos años para comportarse si quiere evitar ingresar en prisión y deberá pagar el resto del dinero robado a plazos mensuales de 200 euros. Sin duda, una historia que nos recuerda cómo los atajos pueden llevarnos a callejones sin salida.

