En un giro inesperado, el Govern ha decidido cubrir los gastos del autobús para que los jóvenes mallorquines puedan disfrutar de las fiestas de Sant Joan. Pero, ¿a qué precio? Al mismo tiempo, han tirado a la basura el apoyo a estas celebraciones tan esperadas. Es como si nos dijeran: ‘Sí, queremos que celebren, pero solo hasta cierto punto’. Y eso no sienta bien.
Una realidad inquietante
Mientras tanto, hay cifras que hacen temblar: 328 migrantes han perdido la vida entre enero y mayo intentando llegar a nuestras costas. Un recordatorio desgarrador de que tras cada número hay una historia. La Fiscalía ha presentado una denuncia por la desidia del departamento de Medio Ambiente. ¿Qué está pasando con esos miles de expedientes caducados? La indignación crece y muchos nos sentimos impotentes ante tanta indiferencia.
Y no solo eso. La prensa británica ha arremetido con fuerza contra las manifestaciones antituristización en nuestras islas, usando términos como “furiosos” o “woke”. Pero quizás lo que realmente estamos viendo es un grito colectivo por preservar nuestra esencia frente a un monocultivo turístico que amenaza con devorarlo todo.
Nos preguntamos: ¿cuándo tomaremos cartas en el asunto? Las voces se alzan y algunos empresarios del sector turístico se sienten atacados por quienes piden límites en la entrada de vehículos a Mallorca. Como si proteger nuestro hogar fuese algo negativo.
A medida que estos debates siguen creciendo, lo único claro es que todos deseamos un equilibrio donde podamos disfrutar de nuestras tradiciones sin perder nuestra identidad. No podemos seguir permitiendo que decisiones erróneas nos alejen de lo que realmente importa.