En un giro inesperado de los acontecimientos, 29 exmoderadores de contenido de Meta, la empresa madre de Facebook e Instagram, han decidido alzar la voz y presentar una querella penal colectiva en Barcelona. Este valiente paso surge tras años de sufrimiento y exposición a imágenes desgarradoras sin el más mínimo apoyo psicológico.
A solo un año de que varios moderadores de TikTok en España denunciaran su propia pesadilla laboral, estos trabajadores no están solos. El eco de sus luchas ha resonado en la Inspección de Trabajo, que ya había sancionado a subcontratas por ignorar los riesgos psicológicos que afrontan diariamente. Sin embargo, lo que ahora estamos viendo es algo aún más contundente: una batalla legal que busca visibilizar el horror detrás del trabajo invisible.
Una lucha por dignidad y salud mental
Los querellantes relatan su experiencia en un centro donde cada día se enfrentaban a contenidos extremadamente sensibles: desde asesinatos hasta suicidios, pasando por violencia extrema. La carga emocional fue devastadora; estrés postraumático, insomnio y fobias fueron solo algunas consecuencias del desgaste diario. Un diagnóstico psiquiátrico descrito con frialdad señala síntomas alarmantes como «ánimo triste» y «flashbacks» angustiosos. ¿Es esta la calidad laboral que merecen?
A pesar de trabajar bajo las directrices estrictas impuestas por Meta —que controlaba todo desde los protocolos hasta las exigencias de productividad— muchos se encontraron atrapados en una espiral sin salida. No solo se les exigía eficiencia casi inhumana; quienes destacaban eran enviados a revisar el peor contenido posible, convirtiendo su trabajo en un verdadero infierno personal.
Hoy, estos valientes reclaman 150.000 euros por persona como compensación por daños sufridos y buscan unir su denuncia a otros casos similares que ya están siendo tramitados. Además, este grito desesperado llega justo cuando Meta decide cerrar su centro en Barcelona, dejando a más de 2.000 empleados en la calle después de meses llenos de incertidumbre.
No podemos olvidar que este tipo de problemas no son nuevos para Meta; han tenido antecedentes en Estados Unidos donde tuvieron que indemnizar a miles debido al impacto psicológico sobre sus moderadores. La lucha apenas comienza y nos obliga a reflexionar sobre el precio que pagamos por mantener nuestras redes sociales aparentemente libres del horror que acecha tras la pantalla.