En medio de un panorama internacional cada vez más tenso, Irán ha dado un salto significativo en su programa nuclear. Según un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el país ha acumulado ya 409 kilos de uranio enriquecido con una pureza que alcanza el 60%. Esto no es solo un número; representa un aumento del 50% en sus reservas y, si se completa el proceso de enriquecimiento hasta el nivel militar, podría traducirse en la capacidad de fabricar hasta diez bombas nucleares.
Tensiones crecientes entre naciones
Este desarrollo ocurre en un contexto explosivo. Tras los recientes bombardeos israelíes a instalaciones iraníes, incluyendo la planta nuclear de Natanz, las palabras se han vuelto armas afiladas. El gobierno de Netanyahu defiende estos ataques como medidas preventivas frente a lo que consideran una amenaza inminente. Pero Teherán no se queda callado; argumenta que su programa atómico tiene fines pacíficos y culpa a Estados Unidos por respaldar a Israel.
Pero, ¿qué significa realmente este uranio enriquecido? Para empezar, hay que entender que el uranio natural tiene solo una pequeña proporción del isótopo U-235, esencial para la fisión nuclear. Necesita ser enriquecido para poder ser utilizado tanto para generar energía como para crear armamento. El OIEA establece que cualquier cantidad superior al 20% ya se considera altamente enriquecida; alcanzar el 60% coloca a Irán en una zona peligrosa.
Rafael Mariano Grossi, director general del OIEA, ha expresado su preocupación sobre esta rápida acumulación. No es solo una cifra fría; hay vidas y políticas detrás de ella. Y aunque no hemos llegado al umbral crítico del 90% necesario para fabricar armas nucleares -que serían unos 25 kilos-, la cercanía al límite militar es alarmante.
Años atrás, en 2015, se firmó un acuerdo entre Irán y seis potencias mundiales que limitaba el enriquecimiento a solo 3,67%, con un tope de 300 kilos. Pero desde que Estados Unidos decidió retirarse del pacto bajo Trump en 2018, todo ha cambiado. Desde entonces, Irán ha incrementado tanto la pureza como la cantidad acumulada de uranio sin mirar atrás.
No podemos ignorar las repercusiones globales que esto acarrea: varios países europeos ya están hablando sobre nuevas sanciones mientras los inspectores del OIEA elevan sus alertas. En definitiva, estamos ante un momento crucial donde las decisiones tomadas hoy podrían tener ecos devastadores mañana.