Hoy, en el corazón de Son Gotleu, una madre valiente se enfrenta a un desahucio que ha despertado la indignación de muchos. Sara, con cinco hijos a su cargo, dos de ellos con discapacidades, se ha convertido en símbolo de resistencia ante la injusticia. Esta mañana, antes incluso del amanecer, un grupo de activistas del Sindicato d’Habitatge de Palma se congregó frente a su hogar en la calle Pico de Mulhacén. Su objetivo era claro: evitar que la familia fuera echada a la calle.
Un enfrentamiento inminente
A las siete ya se respiraba tensión en el ambiente; los activistas estaban decididos a proteger el hogar de Sara mientras que la Policía Nacional llegó con varios furgones para desalojarlos. Aunque el desahucio estaba programado para las diez, el tiempo parecía apremiar. La situación escaló rápidamente cuando los agentes intentaron acceder al inmueble y los gritos resonaban entre las paredes: «¡No nos vamos!».
Sara tenía un contrato de alquiler que debería haberla protegido, pero su propietario decidió no renovarlo tras recibir un informe que acreditaba su vulnerabilidad. No obstante, el sindicato denuncia que este mismo dueño posee otras tres propiedades vacías mientras esta familia lucha por mantener un techo sobre sus cabezas.
En medio del caos, una barricada humana formada por vecinos y activistas rodea el lugar. Con cada grito en contra del desahucio se siente la rabia colectiva. Desde su balcón, Sara alza la voz: «He estado pagando mi alquiler y tengo derecho a quedarme aquí». En este pequeño rincón del mundo, hoy todos son Sara; hoy todos luchan por lo justo.