Cultura

Stephanie Fiz: La magia de lo auténtico en cada celebración

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En una hermosa finca rodeada de viñas y con el silencio como compañía, Stephanie Fiz ha encontrado su hogar en Sencelles, un rincón del corazón de Mallorca que respira tranquilidad. Junto a su pareja Federico, han creado un espacio donde la sencillez se mezcla con el cariño. «Es nuestra Casa Abuela, donde vivimos con nuestros dos pastores alemanes y donde las camisetas con mensajes divertidos son parte del ambiente cotidiano. Eso es lo que llamamos hogar».

Nacida en Bélgica y viajera por pasión, la historia de Stephanie con Federico comenzó en un bar de Rotterdam. No buscaba el amor, pero ahí estaba él: sereno y leal. En medio de la lluvia y disfrutando de unos deliciosos stroopwafels, se dieron cuenta de que habían encontrado algo especial. Mallorca llegó después como destino para un Ironman, pero pronto se transformó en su refugio permanente tras una romántica pedida de mano en las Cuevas de Artà. «Sencelles representa la verdadera esencia de Mallorca: amable y tranquila», afirma convencida.

Creando experiencias desde el corazón

A través de The Sybarite Flamingo, su agencia dedicada a bodas y experiencias únicas, Stephanie nos invita a mirar más allá de lo superficial. «No busco crear algo impresionante; anhelo crear momentos que resuenen con tu esencia», explica mientras saborea un buen café durante sus reuniones. Para ella, todo comienza con escuchar a los clientes: sus pasiones, temores y sueños. «La intimidad nace del diálogo sincero, no del diseño».

Más que una simple wedding planner, Stephanie es una auténtica narradora de atmósferas. Cada evento que organiza va más allá del protocolo; combina arte, música y gastronomía en un viaje sensorial que deja huella. Recuerda uno particularmente revelador: «Organicé lo que llamé ‘la anti-boda’, sin guion ni presiones; solo música significativa en un lugar vibrante».

A pesar de su enfoque fresco e innovador, respeta las tradiciones cuando hace falta. Su propia boda fue una mezcla curiosa entre una ceremonia católica tradicional y una fiesta desinhibida junto a la piscina donde los bañadores reemplazaron a los trajes formales al ritmo del verano mallorquín.

El deseo por conectar también se extiende al arte contemporáneo; actualmente está desarrollando un proyecto colaborativo para unir las escenas artísticas españolas y belgas mediante residencias creativas y viajes culturales inmersivos durante ferias en Bélgica.

Y si hablamos de moda… ¡no hay quien se resista! Aunque no sea su enfoque principal, ha co-creado piezas únicas como bolsos o kimonos llenos de historias. Su estilo caótico refleja esa autenticidad que tanto adora: «Soy como el árbol de Navidad de mis amigas», confiesa riendo.

Con proyectos como Can Fiz, busca crear espacios híbridos donde el arte se mezcle sin miedo con otras disciplinas; donde las ideas fluyan libres sin ataduras al ego o al concepto tradicionalmente establecido sobre comunidad.

Al final del día, ¿qué tipo de cliente prefiere? Aquellos dispuestos a dejar atrás lo estándar por algo genuino: «Cuando alguien confía en mí para hacer algo verdadero e imperfecto es cuando realmente brillo».

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