En Barcelona, la noticia ha estallado como un trueno. Ansu Fati ya está en Mónaco, donde todo parece indicar que su adiós al FC Barcelona es cuestión de horas. Entre hoy y mañana, su cesión al club monegasco con opción de compra se hará oficial. El joven delantero catalán ha llegado al Principado para someterse a ese habitual reconocimiento médico previo a la firma del contrato que le abrirá las puertas de una nueva aventura.
Un cambio necesario
Ansu sabe que no podía quedarse en el Barça. La sombra del ostracismo lo acechaba, tal como vivió en la pasada temporada. Hansi Flick, el técnico alemán, tenía otros planes y el protagonismo para él era casi inexistente. Sin embargo, a pesar de sus reticencias iniciales y un mar de dudas, ha tomado la difícil decisión de dejar atrás su equipo de toda la vida.
No obstante, este movimiento tiene un propósito claro: regresar más fuerte. Por eso ha dejado encarrilada su renovación por una temporada más con el objetivo de volver a defender los colores azulgranas cuando sea el momento adecuado. A sus 22 años, Fati se encuentra en una encrucijada interesante; aunque tiene otras propuestas sobre la mesa, su deseo es seguir vinculado al club que lo vio crecer hasta junio de 2027.
La salida del canterano permitirá al Barça respirar un poco mejor respecto a su masa salarial. Con varios fichajes en mente y necesidades urgentes por cubrir como los contratos de Joan García o Nico Williams, cada ficha cuenta. Y además, hay otra pequeña gran historia detrás: el dorsal número 10 quedará vacante, listo para ser heredado por Lamine Yamal.