Cultura

Mallorquines en Transnistria: Un viaje al corazón de un estado olvidado

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La curiosidad y el deseo de capturar lo que parece estar desvaneciéndose han llevado a Jacobo Biarnés y Mateu Fiol, dos fotógrafos mallorquines, a adentrarse en Transnistria. Este rincón del mundo, atrapado entre Moldavia y Ucrania, se presenta como un estado fantasma, lleno de historias que claman por ser contadas.

El 20 de enero, cuando el frío invierno abrazaba la región y la escasez de gas comenzaba a hacer estragos tras el conflicto con Rusia, nuestros protagonistas llegaron con sus cámaras listas para inmortalizar la esencia de un pueblo que solo anhela vivir en paz. A pesar de lo que algunos cronistas dicen sobre la inseguridad y el fervor pro-Putin en sus calles, Biarnés y Fiol tuvieron una experiencia muy diferente: «No vimos ni una foto suya, nada: hay pro-rusos, pero la gente tiene su criterio». Y así es como se dibuja la realidad de este lugar.

Un encuentro con lo desconocido

Transnistria fue proclamada independiente en 1990, pero hoy vive sumida en una soledad inquietante. Con alrededor de medio millón de habitantes que van desapareciendo poco a poco –los jóvenes buscan nuevas oportunidades fuera–, esta tierra se siente casi huérfana. «Hoy no interesa ni a Rusia ni a Moldavia», explica Fiol mientras reflexiona sobre las paradojas políticas que rodean al país.

Los fotógrafos llegaron con un guía local llamado Andrei Smolensky, quien les mostró un mundo donde las calles están llenas de amabilidad. En una cafetería les invitaron porque no tenían suficiente dinero para pagar; pequeños gestos que reflejan el sentido comunitario que todavía perdura allí. Al final del día, lo único peligroso era tener cuidado al repostar gasolina; eso sí: fumar mientras cargan no es problema alguno.

A medida que avanzaban por las carreteras desiertas del país –con trinchera incluida desde el inicio del conflicto ucraniano– notaron algo sorprendente: aunque el mundo exterior parece haber olvidado Transnistria, sus habitantes están bien informados sobre lo que ocurre más allá de sus fronteras.

Después de recorrer este enclave tan peculiar y retratar cada rincón mágico que encontraron a su paso, los mallorquines ya tienen otros planes en mente: Abkhazia les espera. Están decididos a seguir documentando estos lugares olvidados por muchos pero llenos de vida para quienes aún quedan allí.

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