En una mañana que prometía ser tranquila, el 31 de julio de 2019, las cosas se torcieron en un bar de Punta Ballena. A las seis menos cuarto, un joven británico de solo 19 años se vio envuelto en una situación que cambiaría la vida de un portero de 29 años, originario de Lituania. Tras ser expulsado por su comportamiento inadecuado, el chico no aceptó la decisión y, en un arranque de locura, rompió una botella de cristal y agredió al trabajador con ella. Dos golpes que dejaron la cara del portero marcada para siempre.
Las consecuencias de una noche fatal
La agresión fue tan brutal que el portero necesitó 50 puntos de sutura tras ser operado por las graves lesiones sufridas. Mientras tanto, el agresor intentaba justificar lo injustificable: “Solo me defendí”, decía ante los agentes del Grupo de Apoyo a la Compañía (GRACO) que llegaron al lugar. Pero las cámaras del bar no mienten; no había evidencia alguna que respaldara su versión.
Finalmente, este joven fue detenido y aunque pagó una fianza para regresar a casa, no pudo escapar del peso legal que le esperaba. Tras múltiples requerimientos del juzgado sin respuesta por su parte, terminó siendo localizado y llevado ante la justicia. En su juicio a través de videoconferencia, aceptó un año y medio tras las rejas como condena.
A pesar del deseo inicial del fiscal por imponerle cinco años, gracias a una indemnización pactada por el acusado —40.000 euros— y otros factores atenuantes, se llegó a un acuerdo que redujo considerablemente su pena. El juez decidió suspenderla bajo la condición de que no cometiera más delitos en el futuro.
Una historia trágica que nos recuerda cómo una noche puede convertirse en pesadilla por decisiones irresponsables. Esperemos que sirva como lección para quienes piensan que todo vale cuando se trata de diversión nocturna.