La historia comienza en un día cualquiera, el 26 de abril, cuando un hombre español de 30 años se encontraba pasando por el filtro de seguridad del aeropuerto de Sevilla. En un descuido, dejó olvidado su preciado reloj Rolex en la bandeja del control. Pero lo que no sabía es que otro pasajero, situado justo detrás, había echado el ojo a su joya y decidió apoderarse de ella como si nada.
La trama se complica cuando el dueño llega a su destino y, al darse cuenta de que le falta algo esencial, corre a interponer una denuncia. Aquí es donde entran en acción los agentes de la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal y Frontera (UDAIFF), quienes comienzan a investigar lo sucedido. Con paciencia y astucia, revisan las cámaras de seguridad y analizan los listados de pasajeros hasta dar con el paradero del ladrón: ¡Palma!
Un viaje inesperado para recuperar el lujo perdido
El sospechoso residía allí y los agentes sevillanos no se lo pensaron dos veces. Se coordinan con sus colegas en Baleares para llevar a cabo la búsqueda. Tras unos días intensos, logran localizar al presunto ladrón y le citan en el aeropuerto Son Sant Joan.
Lo más sorprendente es que el hombre acudió voluntariamente a las oficinas de la Guardia Civil y entregó sin dudarlo el reloj hurtado. Sin embargo, esto no significa que se libre del delito; ahora enfrenta una investigación por hurto.
Afortunadamente, este Rolex volverá pronto a manos de su legítimo propietario gracias al esfuerzo conjunto entre distintas unidades policiales. Y así concluye esta peculiar historia sobre cómo un simple olvido puede convertirse en una aventura inesperada.