El pasado lunes, en torno a las 19.20 horas, un suceso inesperado tuvo lugar en la calle Monsenyor Palma que dejó a todos con el corazón en un puño. Una mujer, que iba al volante de su coche, sufrió un desmayo repentino y acabó estampándose contra una farola. Este tipo de situaciones nos recuerdan lo frágil que puede ser todo.
Un momento angustioso
Afortunadamente, los testigos del accidente no se quedaron de brazos cruzados y alertaron rápidamente al 092. Al poco tiempo, una patrulla de la Unidad de Vehículos de Accidentes (UVAC) llegó al lugar para hacerse cargo de la situación. Cuando los agentes llegaron, se encontraron con el coche subido a la acera y una farola arrancada del suelo junto a un pilón metálico que también había sufrido las consecuencias del impacto.
A pesar del susto y los daños materiales evidentes, la conductora parecía estar bien. Aunque mareada y visiblemente afectada por lo ocurrido, no presentaba heridas visibles. En ese momento, explicó a los policías que había sentido un fuerte malestar justo antes de perder el conocimiento. Gracias a la rápida intervención de los servicios sanitarios en el lugar del accidente, pudo ser atendida sin necesidad de ser trasladada a un hospital.
Para añadir más tranquilidad al asunto, también pasó la prueba de alcoholemia y dio negativo; es decir, nada de alcohol detrás del volante esa tarde. Después del incidente, los agentes realizaron el atestado correspondiente para poder reclamar los daños ocasionados y poco después una grúa se encargó de retirar su vehículo dañado.
A veces nos encontramos con situaciones que nos hacen reflexionar sobre nuestra seguridad al volante; es crucial estar siempre alerta y cuidar nuestra salud. Este caso fue afortunadamente menos grave gracias a la rápida reacción tanto de los testigos como de los servicios de emergencia.