Todo comenzó hace 17 años, en la residencia de estudiantes Penyafort de Barcelona. Una mujer y un hombre coincidieron, pero nunca intercambiaron palabras. Ella, ahora restauradora, no tenía ni idea de quién era él. Sin embargo, todo cambió cuando en enero de 2022 empezó a recibir mensajes inquietantes en su perfil profesional de Instagram.
«Abrí Facebook y encontré un montón de mensajes de una persona que se había creado una realidad paralela», recordó con angustia durante el juicio celebrado en Palma. La denunciante narró cómo ese hombre de 35 años comenzó a reaccionar a sus historias y a insistir en verse, lo cual le generó un miedo profundo. «Era como si tuviésemos una relación que nunca existió», continuó. Su voz temblaba al compartir lo que había vivido desde entonces.
Una lucha silenciosa contra el acoso
La fiscal Lidia del Valle exige un año y ocho meses tras las rejas para este acosador ausente en el juicio por sus acciones desmedidas. Mientras tanto, la abogada de la víctima solicita un año y medio más una indemnización por los daños morales sufridos por ella: «He estado atrapada en un estado de ansiedad que me ha arrastrado hasta problemas de salud». La mujer decidió dejar atrás su vida solitaria en el campo porque cada mensaje le recordaba la amenaza constante.
A pesar de haber bloqueado al acosador, él creó perfiles falsos para seguir contactándola e incluso se atrevió a escribirle a su mejor amiga y hermana. «Eliminé mi Facebook personal; cada vez que subía algo relacionado con mi trabajo me daba miedo», confesó mientras las lágrimas asomaban en sus ojos.
Incluso intentó hablar con un amigo del acosador para entender qué pasaba. Él le aseguró que no era violento, pero estaba convencido de tener una relación con ella. Con toda esa carga emocional sobre sus hombros, sólo pudo responderle una vez: “Qui ets? No vull que mescrivis més, gràcies”.