Imagina que estás disfrutando de un café con una amiga, y deciden compartir un cruasán. Hasta ahí todo normal, ¿verdad? Pero, ¿y si te dijeran que tienes que pagar 10 céntimos por partirlo? Eso es exactamente lo que les ocurrió a dos mujeres en un bar de Oderzo, Treviso. Tras pedir sus cafés y un único dulce para compartir, se llevaron una sorpresa desagradable al ver el cargo extra en la cuenta.
La indignación se apodera de las redes
Este insólito suceso no tardó en volverse viral. Las afectadas decidieron hacer pública su experiencia en las redes sociales, y como era de esperar, la comunidad reaccionó rápidamente. “Nos han inundado con reseñas de una estrella de gente que nunca ha estado en nuestra pastelería”, lamenta Massimiliano Viotto, el dueño del local. Pero lejos de retractarse, defiende su decisión con vehemencia: “No es una estafa; es una elección consciente”. Para él, esa tarifa extra está justificada porque implica el uso de más servilletas al cortar el bollo.
Aunque muchos cuestionan esta política del restaurante, Viotto asegura que no ha visto caer sus ventas gracias a la lealtad de sus clientes habituales. Asegura también que este recargo no aparece en el menú pero sí está indicado cerca de la caja. Así las cosas, uno se pregunta: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por ahorrar unos céntimos? A veces parece que nos quieren cobrar hasta por respirar.