Recientemente, L’Institut d’Estudis Eivissencs ha puesto el dedo en la llaga al denunciar que los autobuses de Eivissa están lejos de cumplir con la Llei de Normalització Lingüística. No es solo un tema administrativo; es una cuestión que nos toca a todos. ¿Cómo es posible que en una isla donde el catalán debería ser protagonista, lo veamos relegado a un segundo plano? Esta situación no solo afecta nuestra identidad cultural, sino que también envía un mensaje claro: nuestra lengua no importa.
Una lucha que continúa
El gobierno español ha mostrado apoyo para mejorar la visibilidad del catalán en medios como RTVE, pero eso no es suficiente. Necesitamos acciones concretas y reales aquí mismo, en nuestras calles. El debate sobre el uso del idioma se intensifica cuando vemos comentarios como el del diputado de Vox, quien afirmó: «Si mi partido subiera a prohibir el catalán, dejaría mi acta y me iría a manifestar». Estas palabras resuenan en medio de un clima tenso donde cada voz cuenta.
A medida que las discusiones avanzan, queda claro que los ciudadanos debemos unirnos para exigir cambios y asegurar que nuestra lengua reciba el respeto que merece. Porque al final del día, defender nuestro idioma es también defender nuestra esencia.