En el corazón de Llubí, la noticia ha caído como un jarro de agua fría: el emblemático Hort del Rector, un lugar que muchos consideran parte de su patrimonio, será convertido en un aparcamiento público. A medida que los vecinos se enteran, las reacciones no tardan en llegar. ¿De verdad necesitamos más asfalto y menos historia? La comunidad parece dividida entre aquellos que ven el nuevo espacio como una necesidad y quienes sienten que este cambio es simplemente tirar a la basura lo poco que queda de nuestro legado cultural.
Un lugar cargado de recuerdos
No es solo un trozo de tierra; para muchos, ese hort evoca recuerdos entrañables. Aquí se han celebrado eventos culturales y reuniones familiares. Los habitantes de la zona comparten anécdotas sobre lo que significó para ellos ese rincón lleno de vida. Y ahora, cuando escuchan que podría ser despojado de su esencia, surge una pregunta inevitable: ¿a qué precio avanzamos?
Además, la decisión incluye la reubicación del antiguo arco de acceso, otro símbolo local. Este tipo de decisiones dejan a todos con mal sabor en la boca. Como diría uno de los vecinos: “Es como si estuviéramos vendiendo nuestra alma por unas cuantas plazas para coches.” Sin duda, el debate está servido y cada voz cuenta en esta lucha por preservar lo nuestro frente al implacable avance del monocultivo turístico y urbanístico.