La transformación de la Plaça Major de Palma ha dejado a muchos con un sabor agridulce. Mientras paseamos por sus alrededores, solo encontramos un local abierto en toda la costa del Teatre. ¿Dónde han ido a parar las tradiciones y las pequeñas empresas que le daban vida a este espacio?
Es triste ver cómo la gentrificación se adueña del corazón de nuestra ciudad, convirtiéndola en un monocultivo turístico. Los residentes, esos que han vivido aquí toda la vida, sienten que su hogar se les escapa entre los dedos. La historia nos dice que lo nuestro es valioso, pero parece que muchos lo ignoran. “Illencs fora! Palma és dels alemanys”, grita una pintada en las calles, reflejando el descontento de aquellos que ven cómo su identidad se desvanece.
Nuestra voz frente al cambio
No podemos quedarnos callados ante esta situación. El Govern está en negociaciones para retirar la subida del ITS en el decreto de turismo, y eso es un paso importante. Sin embargo, necesitamos más acciones concretas para proteger lo nuestro. La gente quiere vivir y disfrutar de su ciudad sin ser desplazada.
¿Qué haremos nosotros? No podemos permitir que nuestra plaza sea solo una postal para turistas. Es hora de alzar la voz y recordarles a todos que Palma también es nuestra.