La Peluquería Rodríguez, ese rincón tan querido del barrio de Arxiduc, ha bajado la persiana tras 80 años de historia. Vicente Rodríguez, el último encargado y heredero de este legado familiar, tuvo que tomar la difícil decisión de cerrar el local por razones de salud. «Lo primero es lo primero», nos dice con una voz que denota tristeza mientras entrega las llaves a la propiedad.
Desde 1945, este establecimiento no solo fue un lugar para cortar el pelo; era un punto de encuentro donde se forjaron amistades y recuerdos. Antes incluso de ser solo peluquería, compartía espacio con el Bar Olímpic y otros locales emblemáticos como la pastelería Royalty. Era común ver a los vecinos disfrutar de un café mientras se afeitaban o se daban un nuevo look.
Una historia que se lleva en el corazón
A lo largo de los años, Vicente ha sido testigo del paso del tiempo y del cariño incondicional de sus clientes. Recordando esos momentos especiales, confiesa: «Han sido muchos años y amistades». La gente del barrio siempre ha estado pendiente de él y su salud. Sin embargo, la dura competencia de otras peluquerías que han proliferado en Palma ha hecho cada vez más complicado mantener viva esta tradición familiar. «Es espectacular ver cómo han crecido otros negocios al lado mío; competir con ellos no es fácil», añade con nostalgia.
Así, con su luminoso característico apagado y la barrera cerrada a la espera de un nuevo destino para el local, queda claro que la Peluquería Rodríguez ya es parte del pasado. Un capítulo que se cierra no solo para Vicente sino para toda una comunidad que aprendió a querer este pequeño gran lugar.