NUEVA YORK, 29 de julio. La reciente conferencia de la ONU que buscaba reavivar el diálogo sobre la solución de dos Estados en Oriente Próximo ha llegado a su fin. Sin embargo, el panorama no es alentador. Cerca de una veintena de países han alzado la voz pidiendo a Hamás que se desarme y renuncie a su control sobre la Franja de Gaza. «Es hora de actuar colectivamente para poner fin a esta guerra y buscar una solución justa y duradera al conflicto israelí-palestino», se recoge en un borrador filtrado que refleja las preocupaciones globales.
El documento, que abarca siete páginas, no se guarda nada: condena los ataques lanzados por Hamás contra Israel el 7 de octubre del año pasado y exige que este grupo entregue sus armas a la Autoridad Palestina, ubicada en Cisjordania. Pero no solo eso; también critica con dureza los ataques israelíes contra civiles en Gaza, así como el hambre y el bloqueo que están llevando a la región a una crisis humanitaria sin precedentes.
Un llamado global por la paz
La declaración también pide al Ejército israelí que se retire del enclave costero y detenga la expansión de asentamientos en Cisjordania. Además, destaca la necesidad urgente de establecer una fuerza estabilizadora de Naciones Unidas en el área. Firmas notables como las del Reino Unido, Francia o Canadá están acompañadas por aliados árabes como Arabia Saudí y Jordania; incluso Egipto y Qatar han respaldado esta iniciativa como mediadores para lograr un alto el fuego.
A pesar del esfuerzo colectivo, hay sombras sobre este proceso: Israel y su principal aliado, Estados Unidos, han decidido mantenerse al margen, lo cual deja muchas dudas sobre los avances reales hacia esa tan ansiada solución. António Guterres, secretario general de la ONU, abrió esta conferencia con palabras pesimistas: «La solución de dos Estados está más lejos que nunca».