En un giro inesperado de los acontecimientos, Teherán ha decidido alzar la voz y actuar. Este martes, la Guardia Revolucionaria iraní anunció que ha llevado a cabo un ataque directo contra la sede del Mossad y un cuartel de Inteligencia Militar israelí en Tel Aviv. Según ellos, han utilizado «un nuevo misil» como parte de su respuesta a los bombardeos que Israel inició el 13 de junio. Unas acciones que, según Irán, son una clara provocación.
La guerra de palabras y misiles se intensifica
Alireza Talaeinik, portavoz del Ministerio de Defensa iraní, no escatimó en palabras al afirmar que las instalaciones atacadas estaban «ardiendo» tras ser alcanzadas por el misil. Mientras tanto, desde Israel aún no ha habido reacción oficial ante estas declaraciones. Es curioso cómo a veces la calma precede a la tormenta.
Talaeinik también dejó claro que este ataque es solo el comienzo y que Irán está dispuesto a «usar todas sus capacidades ofensivas» contra lo que él llama los enemigos sionistas. Y es que, según sus propias palabras: «No se han dado cuenta hasta ser alcanzados», subrayando con desdén las supuestas fallas en las defensas israelíes.
Mientras tanto, las cifras siguen aumentando: más de 224 muertos y miles de heridos en Irán desde el inicio de esta oleada bélica; mientras que al menos 24 vidas se han perdido del lado israelí debido a ataques iraníes. Todo esto ocurre justo antes de lo que podría haber sido una nueva ronda de negociaciones sobre el programa nuclear iraní en Omán, cuya celebración fue cancelada tras estos incidentes.
No cabe duda de que estamos viviendo tiempos complicados donde cada declaración puede desencadenar un conflicto mayor. La tensión está palpable y cada acto parece estar diseñado para llevar esta contienda más allá. ¿Hacia dónde nos llevará todo esto? Solo el tiempo lo dirá.