En la madrugada de este viernes, el Ejército de Israel ha llevado a cabo un ataque que ha hecho eco en todo el mundo. El objetivo: una empresa de cambio de divisas situada en pleno corazón de la ciudad de Gaza. Según las autoridades israelíes, esta oficina no era un simple negocio; más bien, se convirtió en un centro neurálgico para financiar actividades del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y la Yihad Islámica.
«Anoche, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) atacaron la oficina conocida como ‘El Cairo'», anunciaron con firmeza desde su perfil oficial en X. La razón es clara: afirman que este lugar había estado manejando decenas de millones de dólares destinados a apoyar operativos militares relacionados con estas organizaciones. Un escándalo que deja poco espacio para interpretaciones.
Cambios y consecuencias
Aparentemente, esta no es la primera vez que escuchamos sobre ‘El Cairo’. En 2022 cambió su nombre, anteriormente era ‘Dubái’, tras ser marcada como una entidad que apoyaba a organizaciones terroristas por el Ministerio de Defensa israelí. Esta decisión no fue tomada a la ligera; se alegaba que facilitaban el flujo financiero hacia actividades ilegales y peligrosas.
Las FDI han sido contundentes al señalar que los trabajadores continuaron sus operaciones incluso durante los conflictos armados. De hecho, han indicado que esos mismos empleados están vinculados con el traspaso de millones a unidades militares dentro del ala armada de Hamás. Como si esto fuera poco, este verano pasado se reportó que uno de ellos, Tahsín Allendim, fue abatido por su presunta participación directa en estas acciones terroristas.
Es un tema complicado y lleno de matices; tanto el contexto como las implicaciones son enormes. ¿Qué nos dice esto sobre cómo se mueven los hilos del poder en una región tan convulsa? Al final del día, son vidas humanas las que están en juego y decisiones difíciles parecen formar parte del día a día en Gaza.