En un giro que no sorprende a muchos, la Inteligencia de Alemania ha calificado al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como una organización «extremista». Esta etiqueta, que ya estaba en el aire en varios estados federados del país, resuena con fuerza tras el reciente análisis realizado por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV).
Fundado en 2013, el AfD ha estado bajo el ojo crítico de las autoridades. ¿Y qué han descubierto? Que sus ideas chocan frontalmente con los principios del Estado de Derecho. La BfV señala que la visión del partido sobre el pueblo es peligrosamente etnocéntrica, lo que lo hace incompatible con nuestro orden democrático liberal.
Cuidado con los discursos excluyentes
La preocupación no se queda ahí. Según la BfV, el objetivo del AfD es claro: «excluir a determinados grupos de la población» de participar en igualdad de condiciones. En su particular mundo, los ciudadanos alemanes con antecedentes migratorios provenientes de naciones musulmanas no son considerados parte del pueblo alemán. Este tipo de afirmaciones ponen en riesgo lo que hemos construido como sociedad.
Las palabras de Sinan Selen y Silke Willems, altos cargos de Inteligencia, son contundentes: las declaraciones y posiciones del AfD violan «el principio de dignidad humana». Y eso, aseguran, ha sido fundamental para tomar esta decisión tan seria. Si ya existían sospechas sobre este partido en regiones como Sajonia y Sajonia-Anhalt, ahora se suma un peso más a la balanza contra ellos.