El 4 de marzo, en un ambiente tenso y cargado de incertidumbre, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se plantó frente a los medios para hablar sobre los nuevos aranceles del 25% que la Administración Trump ha decidido imponer. Con una mezcla de firmeza y pesar, anunció que su Gobierno no se quedará con los brazos cruzados y tomará medidas tanto arancelarias como no arancelarias. “No es el camino que queremos seguir”, dijo durante su rueda de prensa matutina.
En un tono claro y directo, Sheinbaum lamentó profundamente lo que considera una “decisión desafortunada” por parte del nuevo Gobierno estadounidense. Su mensaje fue claro: “Este tipo de acciones solo alejan nuestras economías cuando deberíamos estar buscando integrar más nuestros mercados”. Es difícil no sentir la preocupación en sus palabras; después de todo, estas decisiones afectan directamente a las familias y empresas en ambos lados de la frontera.
La preocupación por el daño colateral
La mandataria subrayó lo inconcebible que resulta ignorar el daño que estas medidas pueden causar. “Nadie gana con esto”, remarcó, haciendo eco del sentimiento colectivo. No solo se trata de cifras y comercio; hay vidas humanas en juego. La creación de empleo está en riesgo y eso es algo que todos debemos tener presente.
Además, Sheinbaum hizo hincapié en que no hay justificación alguna para esta decisión unilateral. Mientras defendía los esfuerzos recientes del Gobierno mexicano para atender las demandas estadounidenses sobre seguridad, afirmó: “Cooperación sí, pero subordinación no”. En este sentido, hizo un llamado directo a Estados Unidos para hacerse cargo de su propia crisis relacionada con el consumo de drogas.
Por último, mencionó cómo Trump ha argumentado su postura alegando falta de acción ante problemas como el tráfico de estupefacientes e inmigración irregular. Sin embargo, tanto ella como otros líderes internacionales están listos para responder con contramedidas adecuadas ante esta situación inesperada e injusta.