La renombrada fotógrafa Graciela Iturbide, originaria de Ciudad de México y nacida en 1942, ha sido premiada con el Princesa de Asturias de las Artes. Su carrera, que abarca más de cuatro décadas, es un testimonio del talento y la sensibilidad que tiene para plasmar la esencia cultural del pueblo mexicano. Con su inconfundible estilo en blanco y negro, ha logrado construir un universo poético a partir de lo cotidiano, capturando momentos que son perturbadores y emocionantes a la vez.
El jurado hizo pública su decisión durante una videoconferencia después de una primera convocatoria fallida debido a un apagón energético. Este reconocimiento se suma a una lista impresionante de premios que ha recibido a lo largo de su trayectoria, como el prestigioso Hasselblad, otorgado en 2008. Graciela no solo es reconocida en México; su obra ha traspasado fronteras y es considerada una maestra del retrato contemporáneo.
Una vida dedicada al arte
Desde joven, Graciela mostró interés por el arte. Se formó en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos en México, donde tuvo la fortuna de ser asistente del gran Manuel Álvarez Bravo. Juntos exploraron y documentaron la rica vida rural del país. En sus primeros trabajos ya evidenciaba una habilidad excepcional para captar la esencia cultural indígena.
A partir de 1978, gracias a un encargo del Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista, comenzó su trabajo más impactante con los pueblos indígenas. Su serie sobre el pueblo Seri, nómadas pescadores del desierto sonorense cerca de Arizona, marcó un hito en su carrera. Más tarde seguiría explorando otras culturas como la zapoteca en Juchitán.
No obstante, lo que realmente define a Graciela es su mirada única: busca siempre captar lo esencial sin caer en lo superficial. Sus temas recurrentes abarcan desde rituales tradicionales hasta reflexiones sobre la pérdida personal tras la muerte trágica de su hija. A través también se pueden ver pájaros que vuelan libremente entre sus obras; algo muy simbólico para ella.
A pesar de haber viajado por medio mundo —España, India o Cuba— sigue fiel a sus raíces con fotografía analógica en blanco y negro. Además, sus imágenes icónicas incluyen momentos tan íntimos como el baño usado por Frida Kahlo, cerrado por Diego Rivera.
Este nuevo galardón no solo resalta su brillante carrera sino también reafirma cómo Graciela Iturbide sigue siendo una voz esencial que narra historias profundas desde detrás del lente.