En enero de 2020, el Atlético de Madrid ya intentaba despedirse de Thomas Lemar. El francés, que había llegado con grandes expectativas, no lograba encontrar su lugar en el equipo y se buscaban alternativas para liberar espacio y fichar a un delantero. La opción del Arsenal parecía viable, pero al final quedó en nada.
Una cesión necesaria tras años de inestabilidad
A más de cinco años desde aquel intento fallido, finalmente Lemar jugará cedido en el Girona. ¡Y cómo han pasado los años! Desde entonces, cada mercado ha sido un tira y afloja buscando un nuevo hogar para un jugador que solo brilló una temporada, aquella marcada por la pandemia y la consecución del segundo título de Liga bajo las órdenes de Simeone.
Desgraciadamente, ese éxito fue como un espejismo; nunca volvió a repetirse. Así que cada verano e invierno se convertía en la misma historia: buscar acomodo para él mientras intentaban recuperar su confianza. El traspaso se convirtió en una misión imposible después de desembolsar 72 millones por su pase.
Sin embargo, más allá del rendimiento sobre el césped, hay algo que siempre ha destacado: su actitud intachable. Lemar nunca dio problemas y siempre mostró disposición a ayudar al equipo, incluso cuando sus minutos eran escasos debido a una grave lesión sufrida en Mestalla hace tiempo. Es un jugador querido por todos nosotros, aunque sus números distan mucho de lo esperado tras tantos años: apenas 186 partidos con 10 goles y 17 asistencias.
Así pues, esta cesión al Girona no es solo otra etapa; es una oportunidad para que vuelva a ser ese Lemar que todos conocemos. Esperamos verlo brillar nuevamente.