Francisco, un hombre que ha pasado casi tres años esperando, finalmente ha visto cómo su vivienda, ubicada en el Pasaje Particular Llubí de Rafal Nou, se liberaba de una okupación que le había robado la paz. Su experiencia es una montaña rusa de emociones y aprendizajes que seguramente resonará en muchos de nosotros.
La pesadilla comenzó cuando decidió ayudar a dos personas de origen subsahariano. Con un corazón generoso y la esperanza de hacer algo bueno, les ofreció su casa temporalmente a cambio de una renta asequible. Sin embargo, tras unos meses en los que todo parecía ir bien —dos meses de pagos puntuales— la situación cambió drásticamente. Francisco recuerda con tristeza cómo comenzaron a esquivarlo; las promesas se convirtieron en excusas y pronto dejó de ver el dinero.
Un camino lleno de obstáculos
A medida que pasaban los días, Francisco se dio cuenta del error cometido al confiar demasiado. “Me vi obligado a contratar un abogado porque esto ya era una okupación”, comenta con resignación. La batalla legal fue dura y llena de incertidumbre; presentó demandas y esperó juicios sin respuestas claras. Un día antes del desalojo programado, sus inquilinos intentaron paralizar el proceso alegando vulnerabilidad, pero el juzgado no cedió.
El día decisivo llegó y las emociones estaban a flor de piel. El cerrajero tuvo que abrir la puerta porque nadie respondía al timbre. “Cuando entramos eran solo dos, pero al salir aparecieron cinco”, relata entre risas nerviosas ante lo absurdo de la situación. Finalmente, tras mucho tiempo y esfuerzo, los agentes se llevaron a los okupas mientras él esperaba abajo.
A pesar del alivio por recuperar su hogar, las sorpresas no terminaron ahí. Al regresar al piso, encontró una escena desgarradora: “Me han destrozado el piso”. La casa olía mal y estaba llena de suciedad; cristales rotos y puertas agujereadas eran solo algunas huellas dejadas por quienes habían vivido allí sin permiso. “Tuve que desinfectar todo”, asegura mientras intenta mirar hacia adelante.
A Francisco le gustaría compartir un consejo con quienes puedan estar en situaciones similares: “No alquilen sin un seguro que les respalde y demanden desde el primer día si ven problemas”. A pesar del sufrimiento vivido, él mantiene la mirada fija en el futuro; está decidido a reformar su hogar para poder volver a alquilarlo bajo condiciones más seguras.

