Imagina que vas en tu coche y empiezas a escuchar ruidos extraños, como si tu vehículo estuviera teniendo una conversación secreta con el mundo exterior. Esto le pasó al Sr. Wang, un vecino de Jixi, en China, quien durante días escuchó esos sonidos raros sin prestarle demasiada atención. Sin embargo, la situación se tornó insostenible cuando notó que su calefacción ya no funcionaba como debía. Fue entonces cuando decidió acercarse al taller de un amigo para que le echara un vistazo.
La sorpresa bajo el capó
Al abrir el capó, lo que encontró fue toda una sorpresa: ¡18 kilos de avellanas! Sí, has leído bien. No eran solo unos pocos frutos secos; era una auténtica montaña de avellanas apiladas bajo el parabrisas. Pero eso no era todo. El mecánico descubrió que las rejillas de ventilación también estaban obstruidas por esta inusual cosecha, dejando a Wang sin calefacción en medio del frío.
El conductor compartió su experiencia en redes sociales: «El mantenimiento comenzó a las 9 de la mañana y no fue hasta después de las 11 cuando lograron retirar todas esas avellanas». La intriga aumentaba; ¿cómo habían llegado allí? Tras investigar un poco más, Wang recordó que tenía una bolsa de avellanas guardada en su garaje y sospechó que unas ratas decidieron hacer del motor de su coche su nuevo hogar y almacén.
A partir de ahora, el Sr. Wang planea tomar cartas en el asunto e instalar trampas adhesivas para evitar que sus pequeños intrusos sigan haciendo del todoterreno su despensa particular. Una historia digna de ser contada sobre cómo un simple viaje al taller puede convertirse en una aventura inesperada llena de frutos secos.

