La noche del pasado sábado fue mágica en Palma. Manuel Carrasco, ese artista que ha logrado conectar de forma tan intensa con el público, se subió al escenario del Estadi Mallorca Son Moix, ante unas 7.000 almas ansiosas de disfrutar de su música. La energía estaba en el aire, y como él mismo dijo, «vamos a pasarlo bien, como la noche se merece».
Un viaje emocional por la isla
Desde el primer acorde, Carrasco nos envolvió en un torbellino de emociones. Presentó temas de su nuevo disco Pueblo Salvaje II, pero también hizo un guiño a sus clásicos que todos esperaban escuchar. Momentos como cuando improvisó un fandango dedicado a los rincones más emblemáticos de Palma o a figuras icónicas como Rafa Nadal, hicieron vibrar al público. «Estamos muy felices de estar de nuevo por la isla», comentó entre aplausos y vítores, mientras muchos no podían evitar saltar al ritmo contagioso de sus canciones.
Aunque la velada comenzó con un ligero retraso, eso no desanimó a nadie. La emoción creció cuando las pantallas mostraron imágenes que introducían las historias detrás de las letras del disco. Al ver el rostro del artista, los aplausos estallaron y su actuación comenzó con fuerza; guitarra en mano y esa voz inconfundible que llena cada rincón.
Carrasco lanzó su último trabajo hace apenas un mes y ya había comenzado una gira impresionante, con actuaciones ante miles de personas en ciudades como Sevilla. Tras Palma, le esperan lugares como Córdoba y Cádiz. La anterior visita del cantautor andaluz fue hace menos de un año y desde entonces ha evolucionado tanto en su música como en sus montajes visuales.
Uno de los momentos más memorables fue sin duda cuando un coro gospel se unió para interpretar el emotivo tema Que nadie. El ambiente era pura conexión entre el artista y su público; todos coreando cada palabra juntos. Y así es como Manuel Carrasco cerró otra noche inolvidable en Mallorca: dejando huella en cada corazón presente.