Era un día cualquiera en la barriada de Pere Garau, cuando un joven de 30 años, con nacionalidad boliviana, decidió hacer de las suyas al volante. Su coche se desvió hacia la izquierda y ¡bum! Chocó contra otro vehículo que estaba tranquilamente parado esperando su turno para incorporarse a la circulación. No había heridos, pero lo que vino después es digno de contar.
Una maniobra peligrosa que terminó en persecución
Este hombre no solo chocó; tras el impacto, siguió su camino como si nada hubiera pasado. El afectado, indignado y con razón, comenzó a tocar el claxon sin parar para hacerle entender que tenía que detenerse. Finalmente, logró hacerlo parar en la famosa Plaza de las Columnas. Fue allí donde llamó a la policía.
Cuando llegaron los agentes del 092, el ambiente era tenso. El conductor del furgón mostraba claros signos de estar bajo los efectos del alcohol. La prueba de etilometría lo confirmó: 1,55 mg/l en aire espirado. Para que nos hagamos una idea, eso son seis veces más que lo permitido por ley. Así que no hubo dudas; era culpable.
A partir de ese momento, se le comunicó su condición como investigado por un presunto delito contra la seguridad vial. Este tipo de negligencia al volante no puede quedar impune; nuestras calles merecen conductores responsables y conscientes.
Así terminó esta historia: una colisión evitada por poco y una lección para todos sobre los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol.