Este fin de semana, Yamaha Motor celebra nada menos que 70 años de historia. Para conmemorar este hito, la marca japonesa ha decidido rendir homenaje a su pasado glorioso, presentando una decoración especial en sus motos que recuerda a la R7 que llevó Haga en 1999. En el GP de los Países Bajos, todos los pilotos del equipo oficial y del Prima Pramac, incluyendo a Fabio Quartararo y Álex Rins, lucirán esta emblemática imagen. Sin embargo, mientras celebran su legado, surge una inquietante pregunta: ¿dónde está el futuro de Yamaha?
Un llamado urgente a la acción
Fabio Quartararo no se muerde la lengua y expresa su necesidad apremiante de un cambio. En plena transformación de la marca nipona para recuperar viejos laureles —su último título en MotoGP fue en 2021 gracias a él— no hay tiempo que perder. «¿Título? Depende de la moto del año que viene», señala sin rodeos. A pesar de haber tenido fe en su equipo, Quartararo sabe que las palabras no son suficientes; necesita resultados concretos.
«No estoy disfrutando sobre la moto y eso es lo que necesito», confiesa con sinceridad. La presión está sobre los hombros de Max Bartolini y su equipo para hacer funcionar la M1 antes del próximo año, porque el tiempo apremia y las expectativas son altas. Aunque ha habido avances sutiles esta temporada en algunas pistas, para Quartararo esto no es suficiente: «Lo que quiero ver son hechos y por ahora no veo nada», declara.
A medida que se acerca un nuevo motor V4 destinado a reemplazar al actual 4 en línea, el piloto galo tiene claro lo que quiere: «Necesito un proyecto ganador ya». El reloj corre y todos esperan ver qué dirección toma Yamaha mientras ellos celebran sus siete décadas sobre dos ruedas.