En un rincón de Palma, la familia Capó ha tejido una historia que gira alrededor de las motos y el amor por la movilidad. Catalina Capó, su hijo Bernat Mateu, Cecilia y Pedro Capó son los rostros detrás de esta empresa familiar que lleva funcionando desde 1960. Fundada por el legendario ciclista Bernat Capó i Plomer, la aventura comenzó con bicicletas y ha evolucionado hasta convertirse en un referente del motociclismo en la isla.
Un viaje a través del tiempo sobre dos ruedas
Dicen que todo empezó con las bicicletas, esas ruedas que nos dan libertad. Bernat, tras dejar atrás sus días como ciclista profesional y después de un breve intento fallido con un bar, decidió volver a sus raíces: las ruedas. En 1960 dio el salto al mundo de las motos convirtiéndose en agente de Mobylette, abriendo así una puerta hacia un futuro prometedor.
A partir de ahí, Casa Capó se convirtió rápidamente en uno de los primeros negocios dedicados a las motos en Palma. Era la época dorada del motociclismo en España y Casa Capó no se quedó atrás; ¡vender 3.600 motocicletas en un solo año es algo digno de mención! La gente anhelaba tener su propia moto como símbolo de independencia.
La clave del éxito siempre fue el servicio al cliente. Aquellos viajeros que llevaban las motos a cada rincón de Mallorca lograron crear una red inquebrantable entre la familia y sus clientes, quienes volvían una y otra vez para renovar sus vehículos. Sin embargo, no todo fue fácil; incluso llegaron a quedarse sin stock porque cada moto volaba del taller.
A medida que pasaron los años y llegó la segunda generación al mando —con Catalina manejando lo administrativo y Pedro sumándose al equipo— comenzaron a enfrentar desafíos más grandes debido a fusiones entre marcas internacionales. Pero eso no detuvo a Casa Capó; lograron mantenerse firmes distribuyendo marcas icónicas como Kawasaki y Aprilia.
Años después, tras cambios importantes e incluso crisis económicas que pusieron en jaque muchas empresas familiares, los descendientes han asumido el control total. Cecilia ahora lidera la compañía mientras mantiene ese espíritu familiar intacto: «Aquí somos todos uno», dice con orgullo.
Casa Capó no solo vende motos; ofrece experiencias. Desde hace diez años celebran una vuelta a Mallorca en Vespa donde amigos y clientes pueden disfrutar sin prisa del paisaje mediterráneo. Esta joya italiana ha llegado a ser deseada tanto por locales como por turistas que ven en ella una forma divertida y ecológica de moverse por la isla.
Hoy cumplen 65 años llenos de vida, pero sin planes para parar: «Hemos visto muchas cosas malas pero siempre hemos salido adelante», sonríe Pedro cuando se le pregunta sobre posibles ofertas para vender el negocio familiar. Lo cierto es que han sabido adaptarse e invertir constantemente para modernizarse mientras mantienen esos valores familiares tan apreciados.
Y así sigue rodando Casa Capó: montando historias sobre dos ruedas donde cada cliente es parte fundamental del camino recorrido. En Mallorca sabemos bien que la vida es mejor sobre dos ruedas, ¡y ellos son prueba viva!