El aire se siente diferente en Ciutadella. Ayer, la ciudad comenzó a vibrar con la llegada del Diumenge del Be, un día que marca el inicio de unas fiestas que son mucho más que tradiciones: son una celebración del alma menorquina. Mientras las calles se llenaban de risas y música, los habitantes no podían evitar recordar lo que este evento significa para todos nosotros.
Un espíritu comunitario inquebrantable
Las familias se reunieron, los amigos compartieron anécdotas y, entre brindis y abrazos, el ambiente se tornó mágico. Sin embargo, no todo es alegría; algunos ciudadanos han alzado su voz contra las políticas locales. En un acto de protesta visible, muchos señalaron con pintadas a los alojamientos turísticos en Palma, señalándolos como responsables de la crisis habitacional que nos afecta a todos. “No podemos seguir tirando a la basura nuestro hogar por intereses ajenos”, decía uno de ellos con pasión.
A medida que avanzaba la jornada, las primeras notas del fabiol resonaron por doquier, recordándonos la importancia de nuestras raíces culturales. Mientras tanto, otros temas urgentes emergían: el escándalo sobre obras ilegales en la Sierra de Tramuntana, un tema candente que ha generado controversia entre PP y Vox. La comunidad exige respuestas claras y sinceras.
Cada rincón cuenta una historia; cada celebración trae consigo desafíos. Pero aquí estamos, juntos como siempre. Las fiestas han comenzado y con ellas la promesa de unos días inolvidables donde lo único que importa es disfrutar y recordar quiénes somos.