Cultura

El Arte Bajo el Microscopio: ¿Quién Realmente Decide?

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En la vida, hay preguntas que nos rondan y que, aunque parezcan sencillas, revelan un trasfondo complejo. Una de esas preguntas es: ¿quién juzga el arte? Este dilema resuena con fuerza en Mallorca, donde la creatividad florece y los artistas luchan por ser escuchados. El arte no solo debe ser apreciado; también necesita un sistema que lo valore de manera justa.

La necesidad de una evaluación ética

Cuando pensamos en el Juramento Hipocrático, solemos asociarlo con la medicina y su compromiso ético. Sin embargo, ese mismo principio podría ser una brújula para el mundo del arte. En numerosas ocasiones he participado en certámenes artísticos, tanto aquí como fuera de nuestras islas, y he observado dinámicas que hacen eco de inquietudes compartidas entre creadores. Los jurados son a menudo un reflejo poco diverso y los criterios de selección parecen estar más ocultos que claros. Esto provoca una sensación de incertidumbre que no debería existir.

No estamos aquí para señalar culpables ni poner en duda el esfuerzo valioso de quienes organizan estos concursos. Al contrario, queremos reconocer su labor vital para fomentar la cultura local. Pero cuando los procesos carecen de transparencia, incluso las decisiones más bien intencionadas pueden dejar dudas flotando en el aire.

El arte es un terreno subjetivo; lo que emociona a uno puede pasar desapercibido para otro. Esa diversidad es su mayor fortaleza. Pero requiere un sistema evaluativo inclusivo y claro: voces plurales, rotación entre jurados y criterios públicos son fundamentales para construir confianza.

He escuchado a muchos artistas preguntarse en voz baja: “¿Quién decide esto y por qué?”. No se trata solo del fallo final; lo preocupante es la falta de contexto o explicación detrás de él. Lo justo no es que todos ganen siempre, sino que todos comprendan las reglas del juego al participar.

A través de encuestas anónimas entre creadores locales, se ha evidenciado una preocupación común sobre esta falta de claridad en los procesos artísticos. Comentarios como: “Me gustaría saber quiénes forman parte del jurado”, o “Es fundamental educar sobre la diversidad en el arte”, revelan una necesidad genuina por mejorar nuestra cultura artística colectiva.

Los certámenes deben evolucionar para seguir siendo espacios valiosos donde brille el talento local y se fortalezca nuestra comunidad cultural. Incorporar principios éticos no es una crítica destructiva al sistema actual; es una invitación a hacerlo más inclusivo y legítimo.

Quizás ha llegado la hora de adoptar nuestro propio Juramento Hipocrático del arte, uno que coloque la ética al servicio de nuestra creatividad colectiva y asegure justicia en cada juicio artístico realizado.

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