Carlos Sainz bajó del Williams FW47 con una mezcla de impotencia y rabia. «Fue un impeding gigante, gigante», soltó a través de la radio, reflejando su descontento tras una Q1 que se torció por completo. En el corto circuito de Gilles Villeneuve, el tráfico volvió a jugarle una mala pasada. Así, se vio obligado a salir desde la 16ª posición, mientras que Yuki Tsunoda recibía diez posiciones de sanción, lo que podría ofrecerle un respiro en medio de esta tempestad.
Un fin de semana amargo para Sainz
El mal momento llegó cuando intentó darlo todo en su vuelta rápida. Pero justo al atacar, apareció la bandera roja provocada por su compañero Alex Albon. «El cubremotor salió volando y perdí mi oportunidad», lamentó Sainz. Tras un nuevo intento fallido por culpa de Isack Hadjar, ya clasificado y en una zona estrecha que no le dejó pasar, quedó claro que la suerte no estaba de su lado.
«No lo puedo entender», clamó al llegar al box, sintiendo cómo se le escapaban las posibilidades de soñar con una buena clasificación. Su coche tenía potencial para más y él lo sabía: «Este coche debería estar en la Q3», expresó visiblemente afectado. La posibilidad de sumar puntos parecía lejana mientras él reflexionaba sobre cómo las circunstancias ajenas habían echado a perder su fin de semana.
En medio del caos también cayeron pilotos como Charles Leclerc y Lando Norris, quienes enfrentaron sus propios problemas. Sin embargo, eso no calmaba su frustración: «No debería estar saliendo 17º», añadió con desdén hacia la situación generada por Hadjar.
Sainz miraba hacia adelante pero sentía el peso del momento: «Da igual ir rápido en los libres; si te pasa algo así no hay consuelo». Y aunque esperaba poder recuperar terreno durante la carrera, esa amarga sensación persistía: «La qualy es fundamental aquí».