En el tranquilo Port d’Andratx, donde la vida transcurre entre el mar y las montañas, un vecino ha decidido convertir su hogar en un escenario de acoso. Un juzgado de lo Penal de Palma ha dictado sentencia: este individuo deberá pagar una multa de 720 euros por acosar durante años al presidente y a la administradora de su comunidad. Sí, has leído bien, ¡años!
El hombre se declaró culpable ante la jueza tras llegar a un acuerdo. No solo eso, también tendrá que indemnizar a los afectados con 1.000 euros cada uno, gracias al trabajo del abogado Guillem Cladera. La historia es inquietante; él mismo admitió haber llevado a cabo «actos de hostigamiento constantes» con el único objetivo de hacerles la vida imposible.
Acoso digital y físico
Desde 2016, su método preferido fue bombardearlos con correos electrónicos. Hasta diez mensajes al día, recriminando sus decisiones profesionales y lanzando amenazas sobre temas personales que no le concernían en absoluto. ¿Quién se cree este tipo? Además, llegó a amenazarles con informar a Hacienda para que les investigaran.
No contento con eso, decidió llevar su acoso un paso más allá: vigilaba al presidente desde su balcón usando unos prismáticos y luego lo seguía por las zonas comunes para compartirle detalles del día que ya le había contado por email. Imagínate vivir así, con alguien detrás tuyo llamándote e intentando hablarte cuando solo quieres disfrutar de tu casa.
A pesar de las denuncias presentadas en 2019, este vecino continuó haciendo lo que quería hasta junio de 2021. La Fiscalía no tardó en señalarlo como un perturbador habitual. Ahora podemos preguntarnos: ¿hasta dónde llega el sentido común en nuestra convivencia?