Cada 8 de junio, desde que en 2009 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Mundial de los Océanos, nos recordamos a nosotros mismos la necesidad urgente de proteger ese vasto mar que cubre el 70 % de nuestro planeta. Porque, aunque parezca un recurso infinito, nuestros océanos son increíblemente frágiles y están bajo amenaza constante por nuestras acciones.
Un llamado a la acción
Desde FANMED, la Federación de Asociaciones y Actividades Náuticas para temas Medioambientales, se hace un llamado claro: es momento de actuar. No podemos seguir tirando a la basura nuestros recursos naturales. Hay que reducir el uso del plástico, proteger los hábitats marinos y practicar una pesca sostenible. Además, debemos regular la náutica y el turismo náutico para asegurar que no solo disfrutemos del mar hoy, sino también mañana.
Juan Manuel Lafuente, Conseller de la Mar i Cicle de l’Aigua, lo deja claro: «Al mar le debemos lo que somos». Y es cierto; nuestra identidad está atada a él. Es fundamental conservarlo como un entorno natural único y también como base de nuestra economía. El compromiso del Govern con una gestión responsable del medio marino es vital para las futuras generaciones.
Pero no todo es optimismo. Salud Deudero, académica del CSIC en las Islas Baleares advierte sobre los peligros que acechan al Mediterráneo: «El sobrecalentamiento y las especies invasoras están poniendo en jaque nuestros ecosistemas». Joaquim Tintoré resalta la importancia de observar y estudiar continuamente nuestros océanos frente al cambio climático.
Xavier Pastor nos recuerda que aún hay tiempo para cambiar las cosas. No podemos quedarnos cruzados de brazos mientras nuestro entorno sufre por decisiones erróneas. Cada uno tiene un papel clave en esta historia; somos parte del relato que puede llevarnos hacia un futuro donde nuestras aguas estén sanas y vibrantes.
Aunque algunos puedan sentir frustración ante el lento progreso que hemos hecho durante décadas —como señala Ricardo Sagarminaga— la acción es necesaria. Debora Morrison enfatiza el regalo invaluable que representa cada respiración gracias a los océanos: aire puro, agua limpia y alimento esencial. ¿No merecen entonces nuestra protección?
Gabriel Dols cierra este ciclo reflexivo con una nota esperanzadora: aunque hay mucho por hacer, nunca deberíamos perder la esperanza. Trabajando juntos—sociedad civil y Gobierno—podemos forjar un futuro mejor para nuestros mares. Sin duda alguna, si todos aportamos algo para cuidar nuestro azul horizonte, habremos dado pasos firmes hacia un destino donde podamos disfrutar del mar como siempre debimos hacerlo.