La historia del emblemático edificio de 31 de Diciembre en Palma está en el aire. ARCA, la Asociación para la Revitalización de Centros Antiguos, ha dejado claro su firme rechazo a los planes que proponen derribar esta joya arquitectónica para levantar una réplica de su fachada. Pero eso no es todo, porque además planean añadirle cuatro plantas más. ¿De verdad necesitamos tirarlo todo a la basura y construir algo nuevo cuando podemos conservar lo que ya tenemos?
Una lucha por la autenticidad
El pasado martes, en la Comisión de Centro Histórico, se presentó esta controvertida propuesta por parte de los promotores del nuevo proyecto en el Eixample. La idea es demoler por completo el edificio y reemplazarlo con una imitación que supuestamente replicaría el diseño original del arquitecto Gaspar Bennàssar. Sin embargo, ARCA fue contundente: «Es inadmisible demoler una parte tan importante de nuestra historia», advirtieron.
No se tomó ninguna decisión durante esa reunión, pero las palabras de ARCA resonaron fuerte: «Preservar solo la fachada no es suficiente; este edificio merece ser conservado en su totalidad». En sus declaraciones quedó claro que no entienden cómo pueden pensar que derribarla y volver a levantarla tendría algún sentido. ¡Por favor! La auténtica esencia del lugar está en lo original, en lo que realmente decidió hacer Bennàssar.
Los promotores defienden su postura diciendo que el dibujo original no coincide exactamente con lo construido y que ellos solo quieren devolverle al edificio el diseño original según esos planos. Pero esa justificación parece un tanto engañosa. Es natural que haya diferencias entre planos y ejecución, especialmente considerando cuándo se levantó este edificio. Además, esas discrepancias son mínimas.
ARCA también recordó un informe técnico solicitado por ellos mismos al Consell Insular donde se confirmaban los valores patrimoniales del inmueble. «Ya no hay excusas para destruir el auténtico rastro histórico», señalaron con determinación. Para ellos y muchos ciudadanos preocupados por nuestro patrimonio cultural, es fundamental proteger lo que queda. Y desde luego, este tipo de propuestas solo generan más frustración entre aquellos que valoramos nuestras raíces.