En el vibrante GP de Gran Bretaña, celebrado en Silverstone, Marc Márquez se subió al podio con un tercer puesto que, a simple vista, podría parecer obra del azar. Sin embargo, el octocampeón no deja nada al destino y lo dejó claro tras la carrera: «Fui el piloto más afortunado en pista», dijo con una mezcla de humildad y orgullo. Pero ¿es solo cuestión de suerte o hay mucho más detrás?
El papel clave de la bandera roja
Márquez reconoció que la famosa bandera roja le dio un empujón inesperado. «No soy de los que se conforman», añadió. El piloto catalán sabe que en este deporte hay momentos cruciales donde la fortuna puede jugar a favor o en contra. A pesar de su enfado inicial por no haber podido aprovechar ese momento al máximo, reflexionó sobre cómo cada carrera es una batalla estratégica. «Hemos logrado dos puntos más que nuestros principales rivales para el Mundial», comentó con satisfacción.
Su hermano Álex también vivió un día agridulce. Aunque tuvo la oportunidad de salir nuevamente tras caer en la primera parte de la carrera, expresó su frustración: «Ganando Jerez no me duele tanto; dolería más si hubiera sido un fin de semana perfecto». La realidad es que ambos hermanos comparten esa pasión y presión constante por rendir al máximo.
El reglamento permitió a todos los pilotos volver a salir después del parón; sin embargo, esto no restó méritos a quienes supieron aprovecharlo mejor, como Bezzecchi y Quartararo. Mientras algunos tomaron decisiones estratégicas acertadas para cambiar neumáticos, Márquez optó por mantener su configuración original, lo cual le costó un poco al principio pero demostró su capacidad para adaptarse.
Aunque comenzó algo titubeante y bajó al noveno puesto debido a un error propio reconocido por él mismo, logró reponerse con calma y finalizar en el cajón. Y es que un podio siempre se pelea hasta el final; así lo vio él después de contener a Morbidelli en una lucha épica durante las últimas vueltas.
Márquez se va fortalecido liderando con 24 puntos sobre Álex y 72 sobre Pecco Bagnaia. Al final del día, queda claro: aquí no solo vale tener suerte; se necesita talento, estrategia y mucha determinación.