En el corazón de Mallorca, Lázaro Rosa-Violán, un interiorista de renombre, ha recibido con gran emoción uno de los premios honoríficos del festival Mallorca Design Day. Desde su estudio en Barcelona, este artista se lanza a la aventura de transformar espacios como si fueran lienzos en blanco. Y aunque ha trabajado en una infinidad de proyectos -hoteles, restaurantes y más-, lo que realmente le hace vibrar es reformar hoteles. Su nombre está asociado a lugares icónicos como DiverXO en Madrid y Lafayette’s en París.
La pasión por la artesanía
Lázaro, quien proviene de Tánger y lleva más de dos décadas dejando huella en el mundo del diseño, no puede evitar emocionarse cuando habla sobre sus proyectos. «Los proyectos son como los hijos, los quieres a todos», dice con una sonrisa que refleja su profunda conexión con cada creación. Su primer paso en el mundo del interiorismo fue Can Vent, un rincón mágico en Formentera que le abrió las puertas al lujo internacional.
Y es que hoy día, asegura sin titubear que todas las marcas de lujo están poniendo sus ojos en la artesanía. “El nuevo lujo es la artesanía”, sentencia mientras menciona a gigantes como Loewe y Louis Vuitton. Para él, la verdadera belleza radica en lo local; cada proyecto tiene que dialogar con su entorno y reivindicar lo auténtico. No hay lugar para el monocultivo turístico.
Con un equipo detrás que podría considerarse uno de los más grandes de Europa –o eso le han dicho–, Lázaro se siente valiente al abordar nuevos retos. Y aunque siempre está abierto a experimentar con diferentes estilos, no oculta su deseo por conectar cada trabajo con su esencia local. “La artesanía debería llamarse artisanía”, enfatiza; esa forma directa y sincera es parte del encanto que lo rodea.
Por otro lado, también ha dejado su impronta en prestigiosos restaurantes diseñados para brindar experiencias festivas; porque hoy día salir a comer es mucho más que solo llenar el estómago. La gente busca un ambiente especial donde disfrutar no solo de buena comida sino también de momentos inolvidables.
Al final del día, Lázaro Rosa-Violán sigue siendo ese soñador empedernido capaz de ver magia donde otros solo ven paredes vacías. ¿Y qué hay del futuro? Con una chispa en sus ojos responde: «Siempre queda lo mejor».