Enclavado en un lugar privilegiado de Palma, el barrio de es Jonquet es un rincón donde se entrelazan historia y vida cotidiana. A pesar de su valioso patrimonio, los vecinos sienten que su esencia está en peligro. La llegada de nuevos residentes, muchos de ellos extranjeros, ha comenzado a dibujar una sombra de gentrificación sobre sus calles. Las tradicionales plantas bajas, alguna vez llenas de vida local, ahora luchan contra el abandono y la amenaza latente de la okupación.
La lucha por mantener la identidad del barrio
Y no solo eso; el ruido constante proveniente de locales nocturnos cercanos ha convertido la tranquilidad en un recuerdo. Los residentes se manifiestan con carteles en sus balcones, reivindicando un espacio que parece desvanecerse entre las casas de alquiler vacacional que han invadido el paisaje marinero. Es doloroso ver cómo esta transformación radical ignora las raíces del lugar.
Los molinos, esos siete guardianes históricos que definían a es Jonquet, ahora son solo cinco y claman por atención. Junto a edificios emblemáticos como Els Rentadors, que ha sido transformado en sala de exposiciones para artistas locales, o el querido teatro Mar i Terra, forman parte del legado cultural que algunos quieren preservar a toda costa.
Aún así, no todo es nostalgia. La realidad también incluye problemas diarios como el incivismo; grafitis y basura son compañeros indeseables en este entorno. Los vecinos demandan más presencia policial durante los fines de semana, sintiéndose inseguros ante situaciones preocupantes como los intentos de ocupación.
Aunque hay centros de salud cercanos y un singular Casal de Barri en uno de los molinos mejor conservados, el estado del museo dedicado a estos emblemáticos molinos deja mucho que desear. Sin embargo, las vistas espectaculares hacia la bahía y lugares icónicos como el Castell de Bellver siguen atrayendo turistas ávidos por descubrir este rincón mágico.
A medida que la población original va envejeciendo, se hace evidente una transformación social inminente. Iniciativas como Salvem es Jonquet dan voz a las inquietudes colectivas: defender esa identidad única que hace del barrio un tesoro cultural e histórico dentro de Palma. Con cada molino caído y cada hogar transformado por nuevos propietarios, la lucha sigue viva para mantener lo que es realmente importante: nuestra historia compartida.