Era un día cualquiera, el 6 de octubre de 2024, cuando un hombre decidió que el Castillo de Bellver, un tesoro histórico y cultural de Palma, era el lugar perfecto para dejar su marca. Con una llave en mano, se acercó a la pared de arenisca y escribió ‘Pocho x 100’. Algo tan sencillo como un graffiti se convirtió en un lío legal que le costaría caro.
Este individuo, originario de Colombia, fue condenado a pagar 1.080 euros por daños. Pero eso no es todo; además tendrá que soltar otros 1.149,50 euros para cubrir los desperfectos causados. Antes del juicio ya había abonado 200 euros como parte del acuerdo alcanzado con la Fiscalía, que reconoció el atenuante de reparación parcial del daño.
Un acto imprudente que no pasó desapercibido
A las 15:20 horas, mientras los turistas disfrutaban del impresionante paisaje desde la terraza del castillo, este hombre decidió hacer su acto vandálico. Un vigilante lo vio y rápidamente avisó a la Policía Nacional. En cuestión de minutos, los agentes llegaron y lo arrestaron. La escena parecía sacada de una película: un momento tonto que lo cambiaría todo.
Técnicos municipales valoraron los daños en más de mil euros; una cifra alarmante para una simple firma impulsiva. Después del juicio –que transcurrió rápido gracias al acuerdo entre las partes– la jueza dictó sentencia en voz alta allí mismo.
No podemos dejar pasar esto sin reflexionar: ¿realmente vale la pena tirar a la basura nuestra historia por un capricho momentáneo? La respuesta parece clara y es hora de tomar conciencia sobre cómo tratamos nuestros patrimonios culturales.

