En Palma, la vida se detuvo momentáneamente cuando un niño de apenas 10 años cayó desde el séptimo piso de un edificio. Zafor, un frutero que tiene su tienda a pocos pasos del lugar, no pudo evitar expresar su dolor: “Tiene la edad de mi hijo, da mucha pena”. El sonido del impacto resonó en el aire como un eco aterrador y, aunque todo parecía tranquilo antes del incidente, el caos pronto invadió las calles.
El momento fatídico
“Escuché un golpe muy fuerte”, relata Zafor con la voz entrecortada. Al salir corriendo de su tienda, se encontró con una ambulancia que había llegado para atender a otro paciente. Pero esa noche estaba destinada a ser diferente. Cuando vio a la madre y hermana del pequeño llegar al lugar, los gritos desgarradores llenaron el ambiente: “Estaban muy mal. No hay palabras para describir lo que sentí”.
Zafor conocía bien al niño y a su familia; los veía casi todos los días en su establecimiento. “Era un chico normal”, dice mientras asiente con tristeza. La realidad es cruel y nunca estamos preparados para recibir noticias así; es impactante ver cómo algo tan trágico puede sucederle a alguien cercano.
Este terrible accidente nos recuerda lo frágil que es la vida y lo importante que es cuidar siempre de nuestros pequeños.

