Una mañana cualquiera, el teléfono sonó en la redacción de Ultima Hora. Al otro lado estaba un presentador de televisión, con ganas de hablar sobre temas que muchos consideran tabú: parapsicología, misterio y extraterrestres. Quería que le contara sobre las personas desaparecidas en Mallorca, esas historias que a veces parecen sacadas de una película. Sin pensarlo dos veces, acepté colaborar; siempre es interesante compartir experiencias.
El giro inesperado
Así que quedó todo preparado y al día siguiente llegó con un cámara al edificio del Palau de la Premsa. A pesar del tiempo transcurrido, no recuerdo su nombre; sí sé que su programa se emitía los viernes por la tarde en TVE. Tras los saludos pertinentes, subimos a la redacción y grabamos una entrevista que duró alrededor de media hora. Hablamos sobre casos extraños, esos donde la realidad se vuelve borrosa.
Culminada la charla nos despedimos cordialmente. El presentador me aseguró que emitirían el programa el próximo viernes. Genial pensé, pero el destino quiso que no pudiera verlo por cuestiones laborales. Un compañero me comentó después que todo había salido bien; se respetó lo contado ante la cámara y eso siempre es un alivio.
Días después recibimos noticias de una mujer desaparecida en una localidad del interior de Mallorca. Era parte del protocolo habitual: dar difusión al caso para ayudar en su búsqueda. Lamentablemente, no hubo resultados inmediatos positivos. Dos días más tarde un periodista de otro medio publicó una noticia llamativa cuyo titular decía que ¡la mujer había sido abducida por extraterrestres! La vergüenza nos invadió cuando lo leímos; era difícil creer lo lejos que habían llegado con esa historia.
No pasó mucho tiempo antes de recibir otra llamada del presentador; quería hacerme otra entrevista porque la primera había tenido buena acogida entre los espectadores. Accedí sin problemas y fijamos una nueva cita para dentro de dos días.
Al llegar el día acordado, bajé a saludarlo junto a su cámara nuevamente. Mientras subíamos las escaleras conversando trivialidades, me lanzó una propuesta inquietante: «¿Podrías decirme durante la entrevista que crees que esta mujer desaparecida fue abducida por un OVNI?» Me quedé paralizado unos segundos ante tal pregunta. Le respondí con un rotundo no; ¿acaso iba a poner en riesgo mi reputación por semejante tontería?
Su mirada se tornó amenazante mientras insistía en su petición; yo simplemente le señalé la salida. No valía la pena perder el tiempo con alguien dispuesto a sacrificar seriedad por audiencia.
Por cierto, finalmente encontraron a la mujer desaparecida… y estaba aquí mismo, en nuestro planeta.

