Hoy se ha abierto un capítulo desgarrador en la Audiencia de Palma. Un hombre, acusado de violar a su propia hija durante una década, desde que ella tenía apenas cuatro años hasta los trece, se enfrenta a un juicio que promete dejar huella. La Fiscalía ha solicitado nada menos que 34 años de cárcel y una indemnización de 15.000 euros para la víctima por los daños morales sufridos.
Un relato escalofriante
El acusado, un español de 45 años, está en el banquillo y su declaración está programada para mañana. Mientras tanto, la madre de la menor ha compartido con voz temblorosa lo que ha vivido su hija. A través de videoconferencia, narró cómo empezó a escuchar las verdades ocultas tras separarse del hombre: «Al principio eran solo insinuaciones, pero eso era solo el principio del horror».
Ella reveló cómo su pequeña le contó sobre objetos que le introducía su padre por la vagina y cómo estos abusos comenzaron hace más de una década. «Me dijo que fue violada en casa y en furgonetas; él utilizaba la violencia para hacerle daño», relató entre lágrimas. Las palabras resuenan como un eco aterrador y cada frase es un golpe al corazón.
Las atrocidades no cesaron ni después de la separación; incluso durante las visitas pactadas, el agresor seguía sometiendo a su hija a situaciones inhumanas. La mujer recordó con dolor cómo él obligaba a la niña a desnudarse e incluso le compraba lencería para satisfacer sus deseos macabros.
Todo esto culminó en enero de 2020 cuando, aprovechando su posición como padre, agredió nuevamente a la menor en una furgoneta estacionada en un lugar solitario. Durante el confinamiento por COVID-19, estas atrocidades se repitieron bajo el manto del abuso sistemático.
A raíz de estos horrores, la joven ha tenido que enfrentar graves problemas psicológicos; sus pensamientos suicidas han llevado a numerosas hospitalizaciones en unidades psiquiátricas. Este caso nos recuerda que debemos alzar la voz contra tales monstruos y proteger a quienes más lo necesitan.

