Era un día cualquiera en el barrio de Bonaire, en Palma, cuando la tranquilidad se rompió de golpe. Un hombre encapuchado y con una braga decidió que era el momento perfecto para hacer de las suyas. Con un cuchillo de cocina en mano, irrumpió en una sucursal bancaria y, según la acusación pública, se dirigió directamente al mostrador como si nada. Exigía billetes, mientras el cajero, asustado y nervioso, le explicaba que solo podía darle monedas debido a la apertura retardada del sistema.
Un plan que terminó mal
El delincuente no se dejó intimidar y continuó insistiendo hasta que finalmente salió con un sobre lleno de 1.185 dólares. No es precisamente una pequeña suma para un atraco que podría haber salido mucho peor. Este hombre no es nuevo en el juego; fue detenido cuatro meses después del robo por agentes del Grupo de Atracos de la Policía Nacional. En agosto lo arrestaron después de esquivar a las autoridades durante todo ese tiempo.
No solo eso; su nombre también está vinculado a una trama más grande relacionada con narcotráfico y blanqueo de capitales, conocida como la operación Enroque Bal/Manso. Ahora enfrenta cinco años tras las rejas por sus actos. La Fiscalía también ha solicitado que compense a la entidad bancaria afectada con esa misma cantidad robada.
La historia nos recuerda lo fácil que algunos creen que es salir impune tras cometer delitos así, pero al final siempre hay consecuencias. La justicia puede tardar, pero llega.

