Era un día cualquiera en Palma, el 25 de noviembre, cuando un repartidor se encontraba recogiendo un pedido en un restaurante de Plaza España. Confiado, dejó su bicicleta eléctrica, valorada en nada menos que 1.500 euros, apoyada en la fachada del local. Pero lo que parecía ser una rutina se tornó en pesadilla al ver cómo un desconocido se montaba en su bici y salía disparado.
El repartidor, sorprendido y sin pensarlo dos veces, intentó detener al ladrón, pero sus esfuerzos fueron inútiles. En ese instante, decidió actuar rápido; envió un mensaje a sus compañeros de trabajo a través de una app donde comparten datos sobre los pedidos. “¡Me han robado! ¡Ayuda!”, escribió mientras daba detalles del ladrón y la dirección por donde había huido.
La rápida respuesta de la Policía
Mientras tanto, una patrulla de la Policía Local estaba cerca y recibió avisos de testigos sobre lo sucedido. Guiados por las descripciones del grupo de trabajo del afectado, los agentes localizaron al sospechoso pedaleando por la calle San Rafael.
Cuando el ladrón se dio cuenta de que lo seguían tanto policías como compañeros del repartidor, tomó una decisión desesperada: abandonó la bicicleta y salió corriendo hacia la calle Aragón. Sin embargo, no pudo esconderse durante mucho tiempo; fue interceptado tras intentar refugiarse en el portal de un edificio cercano.
Al final del día, el hombre fue detenido y llevado a comisaría para iniciar las diligencias pertinentes. Ahora enfrentará cargos por hurto. Este incidente nos recuerda lo vulnerables que podemos ser incluso en plena luz del día; nunca está demás estar alerta y cuidarnos unos a otros.

