Era el 6 de enero, una noche que debería estar llena de magia y sonrisas, pero en 1987, la festividad se tornó oscura en Mallorca. Aquel día, un terrible accidente se llevó la vida de tres jóvenes soldados y dejó a otros ocho heridos graves en la carretera al Puig Major. Una historia que resuena con tristeza y que nos recuerda lo frágil que puede ser la vida.
El fatal desenlace en una curva traicionera
A las diez y media de la noche, el frío calaba hondo mientras un vehículo militar avanzaba por esa carretera que lleva a la base aérea. Al llegar a un tramo conocido como sa Comuna, el todoterreno perdió el control en una curva peligrosa. El choque contra un talud rocoso fue devastador y, en cuestión de segundos, todo cambió para el conductor, Arturo Marqués Pérez, de solo 20 años, y sus compañeros Jorge Perera del Haro y David Narros Payeras, ambos con apenas 19 primaveras.
Los demás soldados sufrieron heridas graves: Mario Hernández Mara, Jorge Roura Guardia y otros más estaban entre los afectados. En esos momentos críticos después del accidente, uno de ellos logró avisar sobre lo ocurrido y se activó un amplio dispositivo de emergencia. Las ambulancias llegaron desde Palma, Sóller y Pollença; incluso desde la base aérea del Puig Major.
Lamentablemente, los sanitarios no pudieron hacer nada por los tres jóvenes que ya llevaban demasiado tiempo sin vida. La escena era desgarradora. La Policía Militar tuvo que investigar el lugar para descartar cualquier acto premeditado o atentado; recordemos que aquellos eran tiempos oscuros con ETA acechando cada semana.
No obstante, tras las pesquisas necesarias quedó claro: había sido un accidente trágico provocado por una velocidad inadecuada al tomar aquella fatídica curva. Sin embargo, lo más inquietante llegó después: algunos familiares indignados relataron cómo sus seres queridos quedaron tendidos sobre el asfalto helado durante media hora antes de recibir atención médica.
Aquellos soldados habían estado disfrutando unas horas antes en la discoteca ‘El Patio’ del Port de Sóller; toda una vida por delante les esperaba… Pero esa noche fatídica cambió todo. El silencio del Ejército respecto a lo sucedido solo aumentó el dolor y desasosiego entre quienes buscaban respuestas. Y así pasaron los años; casi cuarenta después del desastre aún persisten muchas incógnitas alrededor de aquel accidente que marcó para siempre a familias enteras.

