En Palma, una vez más, la súper estafadora de Mallorca vuelve a ser el centro de atención. Esta mujer española de 36 años, que parecía haber aprendido la lección tras su paso por prisión a finales de octubre, no ha tardado ni un suspiro en volver a sus viejas costumbres. ¿Y cuál es su truco? Prometer transferencias bancarias que nunca llegan y dejar a comerciantes y particulares con las manos vacías.
Con un historial que haría temblar a cualquiera, esta ladrona ya estaba bien conocida en la isla antes incluso de que las autoridades decidieran ponerle freno. Después de una condena por estafar 50.000 euros en un BMW X2, imaginamos que muchos pensaron que finalmente se había rendido. Pero no. En cuestión de días tras su liberación, logró engañar nuevamente a varios establecimientos por más de 6.000 euros, incluidos tres hoteles lujosos y una tienda para mascotas.
Un juego peligroso
Su estrategia es siempre la misma: hacerse pasar por una clienta adinerada, prometer pagos inmediatos mediante transferencias y luego desaparecer como si nada hubiera pasado. Es como si estuviera jugando al gato y al ratón con las autoridades, firmando reconocimientos de deuda sin jamás cumplirlos. Y aunque ha tenido más encuentros con la ley que cualquier ciudadano promedio podría imaginar desde 2017, parece no aprender.
A veces uno se pregunta cómo puede seguir en este camino tan arriesgado. La última detención fue gracias al Grupo de Delincuencia Económica y Delitos Tecnológicos, quienes no tardaron en reconocerla tras recibir múltiples denuncias. Lo más inquietante es saber que muchos abogados han decidido rechazarla porque ellos mismos han sido víctimas de sus artimañas; ahora está atrapada en un laberinto legal del cual le será difícil escapar.
La Policía Nacional sigue indagando, y es casi seguro que habrá nuevos afectados pronto. Con cada arresto queda claro que su necesidad por estafar es insaciable; las autoridades incluso han comenzado a considerar su caso como uno de los más alarmantes dentro del ámbito delictivo local.
A pesar del ciclo interminable entre prisión y libertad, nuestra protagonista continúa desafiando todo sentido común. La jueza ya ha ordenado nuevamente su ingreso tras esta última fechoría, pero no nos engañemos: lo más probable es que vuelva a intentarlo cuando tenga otra oportunidad. ¿Cuándo entenderá realmente el mensaje?

