El pasado lunes, la historia se repitió una vez más en Son Cladera, un lugar que ya empieza a parecer una pesadilla para los vecinos. Un conductor que cuadruplicaba la tasa de alcoholemia volvió a perder el control, provocando un accidente en ese punto negro que todos conocen. El estruendo resonó como siempre: un chasquido seguido del sonido desgarrador de metal contra metal. Y sí, como casi siempre, el responsable era un conductor ebrio.
Este año ya han tenido al menos tres siniestros en esa misma salida de la autopista, y lo peor es que cada vez parece más inevitable. El último incidente tuvo lugar por la tarde; este hombre no solo chocó contra una señal de STOP, sino que su coche terminó estrellándose contra los contenedores a varios metros de distancia. La escena era desoladora: restos del vehículo y señales destrozadas esparcidas por el acceso mientras las emociones se agolpaban entre los vecinos.
Un grito desesperado por seguridad
Toñi Valladolid, presidenta de la comunidad local, no puede contener su preocupación: «Un día se van a llevar a alguien por delante», comenta con voz temblorosa. En ese momento justo ella bajaba la basura y pudo ver cómo todo sucedía tan cerca que le heló la sangre. Esa sensación no es nueva para ellos; han vivido esta situación repetidamente y cada vez es más desesperante. «Podría haber sido mi hijo de 14 años o cualquier persona mayor», añade.
Y así continúan sus relatos: uno de esos conductores locos le dijo tras el choque que ‘iba un poco más rápido de lo normal’. Pero Toñi sabe bien que eso no justifica nada: «No, iba completamente fuera de control». Su descripción del caos vivido es vívida; recuerda cómo ese hombre salió del coche agradeciendo que no hubiera nadie cerca.
La policía llegó rápidamente al lugar y confirmaron lo obvio: el tipo estaba ebrio. Tras llamar a la Guardia Civil para hacerse cargo del asunto, se comprobó que llevaba más de 0,90 milígramos por litro de aire espirado. Un nivel alarmante.
A pesar de esto, después del accidente nada cambia en Son Cladera; los vecinos saben bien que podría volver a suceder en cualquier momento. Toñi recuerda otro incidente reciente donde cuatro coches fueron arrastrados por otro conductor imprudente.
No solo están cansados; están furiosos porque sus peticiones parecen caer en oídos sordos. Solicitan simplemente un badén para frenar esta locura y salvar vidas antes de que sea demasiado tarde. «Es increíble cómo pasan de nosotros», dice Toñi con impotencia.
Esta comunidad está decidida a luchar hasta conseguir las medidas necesarias para transformar este punto peligroso en un lugar seguro para todos.

