El pasado 10 de noviembre, la tranquilidad del barrio de Son Ferriol se rompió cuando un ciudadano sorprendió a un niño de apenas ocho años solo en el patio de su colegio, y eso que era un día no lectivo. A las 9:15 horas, este buen samaritano decidió hacer lo correcto y alertó a la Policía Local. ¿Quién dejaría a un pequeño así, sin supervisión?
Una situación inesperada
Los agentes del equipo de Educación Vial llegaron rápidamente al lugar y encontraron la puerta del patio cerrada, aunque podían abrirla con un simple empujón. El niño les contó que, al ver que no había nadie más alrededor, recordó que no había clases y pensó que lo mejor era esperar a su madre allí. No hay nada más inocente.
Para asegurarse de que el pequeño estuviera bien, los policías decidieron llevarlo a otro centro cercano donde había una actividad programada. Allí contaron con la colaboración de una orientadora educativa que conocía a la familia. Fue entonces cuando lograron contactar con la madre del niño, quien llegó preocupada pero tranquila al saber que su hijo estaba bien.
La madre explicó en comisaría que había dejado a su hijo en el colegio después de asegurarse de que entrara correctamente. Sin embargo, desconocía por completo que aquel día no habría clases. En fin, entre confusiones y desavenencias se resolvió todo: los agentes identificaron a la madre y finalmente le entregaron al menor sano y salvo.

